Se dice a menudo que no conviene conocer a los mitos para evitar que se desmoronen. Afortunadamente, no ha sido el caso.
El pasado sábado estuve en Gran Vía 32, octava planta. La Cadena Ser. El Carrusel Deportivo. Allí sería recibido por Jorge Hevia, productor del programa y anfitrión de lujo, para realizar una pequeña entrevista a Pepe Domingo Castaño y Paco González. Casi nada. Y luego, a pasar la tarde con el equipo del Carrusel.
Quizá, para muchos todo esto no significaba nada. Pero para mí, era todo un éxito. Era cumplir una ilusión que tenía desde hace mucho tiempo.
Porque, como le dije en persona a los protagonistas, lo cierto es que ellos tienen buena parte de culpa de que yo me haya terminado dedicando a esto de contar cosas a los demás. Crecí escuchando el Carrusel, compartiendo el amor por el fútbol, por la radio y por el buen humor. Crecí admirando a Pepe Domingo por su voz insuperable y a Paco González por su locuacidad, por su talento, por su ingenio. Soñé que algún día podría llegar a formar parte de ese equipo. Y seguiré soñando.
Por eso, el otro día era especial para mí. Y para ser sincero, tenía dos temores: el miedo al bloqueo provocado por el respeto y el miedo al ninguneo, para qué nos vamos a engañar. Quería creer que serían tal como muestran en directo, pero no podía confirmarlo.
Afortunadamente, todo superó, para bien, mis expectativas.
Tras superar (no sin problemas ni tiempo de más) la barrera de seguridad, nos recibió (conmigo iba Piero Schiavo, un magnífico fotógrafo) Jorge Hevia. Muy afable y dispuesto a colaborar. Justo enfrente estaba Pepe Domingo, leyendo unos papeles (quizá el guión). Le dijo que si recordaba lo de la entrevista y le preguntó que si tenía unos minutos. El gallego, accedió sin dudar. Cuando queráis. Dicho y hecho.
Eran las 17:30; quedaba media hora para que comenzara Carrusel y ahí estaba yo, entrevistando a Pepe Domingo Castaño.
Estuvo muy agradable. Al principio, quizá algo frío. Pero siempre correcto. Sin embargo, con las dos primeras preguntas, se le vio mucho más cómodo. Contestó sin tapujos y noté que su confianza hacia mí fue creciendo paulatinamente. Por cierto, mi primer temor, el del bloqueo, sólo fue eso, un temor. Sorprendentemente me encontré bastante tranquilo y reposado. Ahora, en frío, me cuesta creerlo.
Me habló de todo lo que le pregunté: de sus sueños cumplidos, de su relación con Paco, de sus famosas ideas publicitarias, de una oferta multimillonaria rechazada recientemente, de su pasión por el golf...Una entrevista, para mí, inolvidable. Pese al tiempo, justiciero, que corría en mi contra. Se acercaban las 18 horas y tenía que hablar también con Paco. Pero estaba tan cómodo que me daba pena terminar.
Casi a menos cuarto despedí a Pepe Domingo, le di las gracias efusivamente y me dijo: "No sé si te dará tiempo a hablar con Paco, estará preparando todo. Si no, tendrás que venir mañana". No creas que me hubiera importado. Pero no hizo falta. Asomé la cabeza hacia el fondo de la redacción y vi a todo el equipo currando delante de sus monitores. Hevia salió al quite: "¿Ya habéis terminado? Paco, ¿tienes unos minutos ahora?". El director del Carrusel estaba en el último rincón de la redacción, en una mesa compartida con el resto del equipo. A su lado estaban el propio Hevia y Juanma Castaño. "Pasad, pasad, no os cortéis", nos dijo Paco. Y, claro, eso hicimos. Nos dijo que sin problemas, que dónde nos venía mejor y nos lo llevamos hacia el mismo sitio en el que hicimos las preguntas a Pepe. Allí tenía instalado Piero su arsenal fotográfico y nos era más cómodo. Paco accedió de inmediato. Su cercanía me pareció impactante. Nos trató como uno más, como si nos conociera de toda la vida. Como cuando está ante el micro. Todo un placer.
Con Paco me sentía aún más cómodo. Paco González es para mi una de esas grandes figuras a las que algún día esperas parecerte. Y su colegueo me entusiasmó. También me respondió sin tapujos a todo pese a que el reloj nos señalaba. Estuvimos casi hasta menos cinco, y en ningún momento hizo ademán alguno para que me diera prisa. Aunque yo no quería, lo di por finalizado tras hablar diez minutillos con él y tras comprobar que Piero había terminado también con su trabajo. "Os veo dentro", me dijo.
Y, claro, eso hicimos. Hevia nos enseñó la parte técnica, donde él se quedaba a currar, y nos dio vía libre para entrar y salir en el estudio a nuestro antojo. Se nos hizo raro, pero, en unos instantes, Piero, muy experimentado en todo esto, ya estaba en su salsa haciendo fotos por todos lados.
"Hola, hola...Comienzaaaaaa...Carrusel". Pepe Domingo cumplió el ritual y comenzó el espectáculo. A disfrutar. A aprender. A partir de ahí, todo era admiración y atención. Una lección de radio, gratis, en primera persona, y desde dentro.
Sin lugar a dudas, será, para mí, un día inolvidable. Había escrito crónicas, artículos, noticias e incluso libros. Pero mi experiencia como entrevistador era nula. Mi primera entrevista y a los periodistas que más admiro. Poco más se puede pedir. Es como debutar en la final de la Champions para un futbolista.