Papel mojado

Bienvenido a Papel Mojado. Este blog recoge las ideas, opiniones, artículos y devaneos varios de Pedro Jareño. Es un lugar donde amontonar ordenadamente aquellos pensamientos que, con tinta china, planean por mis neuronas (si es que queda alguna sana). Espero tus lecturas y tus comentarios. Un blog se escribe, no se lee.

jueves, julio 21, 2005

Políticos de guardería

Los políticos son los representantes del pueblo. El Parlamento reúne a los políticos que los ciudadanos hemos elegido. Los políticos que hemos elegido y que nos representan en el Congreso discuten en la Cámara. Las discusiones en la Cámara son tan incontrolables que el presidente del Congreso de los Diputados se ve obligado a suspender la sesión. Los diputados, expulsados, salen al pasillo. Como en el colegio. Los diputados, como en el colegio, continúan con la trifulca en el pasillo. Uno, se señala el rostro y llama "caraduras" a los otros. De los otros, uno se lanza lleno de ira hacia el primero con intención de sacudirle. Los compañeros de uno y los compañeros del otro impiden el enfrentamiento. Gugu tata.
Nuestros políticos, nuestros representantes en el Gobierno, no saben dialogar. O no quieren. Nadie lo sabe. Nuestros políticos, nuestros representantes en el Gobierno, son niños. Caprichosos, problemáticos e incontrolables. Eso sí, amables, divertidos y cariñosos cuando buscan caramelos. Cuando salen en las fotos.
Luego quieren saber por qué hay tanta crispación en la calle. Ellos la crean. Todos.
Y luego están los medios. Titular en "El País": "Un diputado del PP intenta agredir a Rubalcaba"; titular en "El Mundo": "Rubalcaba protagoniza un grave incidente en el Congreso".
Más tarde, los dos diarios cambian los titualares y la temática: "El país". "El Mundo".
Manuel Marín, el presidente del Congreso, el delegado de la clase, pide disculpas: "En el Parlamento la palabra, el discurso, la inteligencia, el argumento, la solidez, el respeto entre todos y para todos debe imponerse sobre el insulto, las emboscadas y el filibusterismo".
Suena al típico discurso del profe que nadie escucha. En cuanto salga de la clase, volverán los chillidos, el lanzamiento de pelotillas y las notitas secretas. Pero a sueldo y en representación de todo un país.
Luego, cuando salen las notas, no comprenden los suspensos.


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